jueves, julio 29, 2010

Quiero

Basta de leyes absurdas, de dialéctica, de cotorreo, de bochorno público. No me valen campañas, ni ruegos, ni cadenas de mails con fotos de mujeres aporreadas por sus maridos. Quiero que llegue el día en que la mujer se libre de su marido maltratador o de su acosador o violador con un palazo en la cabeza, quiero que las mujeres y los hombres a favor de ellas se lancen a las armas para protegerlas sin que eso suponga violación de los “derechos humanos” ni un empapelamiento posterior para ellos. Quiero que existan leyes y exámenes para padres que no saben o no sabrán educar a sus hijos, quiero saber que les enseñarán a tener sueños e ideales cuando sean mayores, que les enseñen que los lujos más gratificantes y placenteros de esta vida no se podrían ni podrán pagar con todo el oro del mundo, que no les reprocharán haberse equivocado a la primera carrera que escogieron, quiero que se destine el mismo dinero de los mundiales a becas para estudiantes que pretenden ser excelsos en lo suyo con una pasión y una ansia desmedidas, y quiero que los profesores que les vayan a enseñar lo hagan por amor al conocimiento sin pensar previamente en qué empresas entrarán según su currículum, a la vez que formando personas, no trabajadores, altamente competentes y resolutivas, así sean hombres como mujeres. Quiero que los equipos de fútbol estén formados, -si no se extingue tal deporte opiáceo para el pueblo-, por dependientas, repartidores de propaganda, campesinos y taxistas. En definitiva, trabajadores. Y entonces para mí, ganaría España (con jugadores o no catalanes).
Quiero ver Castellers, esas agrupaciones de gente luchando por un objetivo común que se respaldan en ciudadanos comunes que ofrecen su fuerza y su apoyo, de todas las edades, razas o ideologías, quiero que se extingan las nacionalidades y las razas y nuestras barreras religiosas.
Quiero dispensarios en todas las ciudades, una sanidad pública y efectiva llena de trabajadores bien pagados que disfrutan de su trabajo para que ninguno de nosotros, parados con o sin subsidio o prestación por desempleo, desee estar en su lugar mientras hace meses que busca trabajo, creyendo que lo podría hacer mil veces mejor.
Quiero que la tele basura deje de pagar sueldos inmensos a tanto profesional incompetente que se hace llamar periodista y quiero más puestos de trabajo, menos jefes exigentes e intransigentes a la vez que ilógicos y más trabajadores honrados por su clientela, y quiero funcionarios que me hagan creer que valen las vacaciones y el sueldo que les pagamos con nuestros impuestos. Y quiero saber que mi IRPF se está recaudando para buenos fines y no para guerras que llenan las arcas de gobernantes fraudulentos que comercian con la infancia de tempranos soldados.
Quiero que la patria deje de ser un nombre abstracto, un sentimiento tribal por el que dar los mejores años de tu vida, o quizá toda entera, que destruye familias enteras y las tiñe de luto. Quiero que, el día de mañana, nuestros soldados sólo sirvan de voluntarios.
Quiero un mundo mejor. Y creo que estoy en mi derecho de soñar con ello. Sin abstracción, sin ensoñación, no seríamos nada. Y el progreso tan sólo sería un nombre, un dolor, una punzada en el corazón.
Idealista, sí. Inconformista, también. Cierto, quizá…

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