domingo, julio 10, 2011

Escribir o no escribir

Recuerdo que, cuando era más joven, escribía para curarme. Me abrazaba  junto a la puerta de mi habitación, hacía una circunferencia con mi cuerpo y me mecía para calmarme un poco. Entonces empezaba la lucha por encontrar un papel en una habitación desordenada que sólo plasmaba el desorden de mi interior. En cuanto el bolígrafo tocaba el papel yo era como un pantano en el que se abrían las presas y de golpe todo el agua agolpada que peleaba por salir huía a tropel de aquél espacio reducido y contenido, para asentarse en uno que a mí me parecía infinito, amoroso, como si tuviera dos brazos que me comprendieran y me abrazaban hiciera lo que hiciera, libre de limitaciones, sin cuentas que pagar. Entonces,  a veces, y muy discontínuamente, me permitía pegar a buenos amigos, matar al fantasma de un padre alcohólico, llamar cosas a la gente. Pero no siempre. Mayormente sacaba lo peor de mí y les insultaba, posiblemente algo que raramente me había permitido hacer a la cara a menos que estuviera demasiado poseída por la necesidad, las ansias de venganza y la soledad de estar sólo yo de mi parte, del dolor de no haber sido correspondida, del dolor del desentendimiento o de haber sido víctima de la desconsideración y la cerrazón de los demás.

Supongo que cuando uno nunca se ha sentido querido acostumbra a albergar ése tipo de sentimientos.

En mi caso yo creo que el arte es una forma de exorcizar los demonios que viven en mi interior y cuando oí a Steven Wilson de Porcupine Tree decirlo por primera vez en una entrevista que ofrecía después de un directo amé su música aún más, porque nos da a los que escribimos la oportunidad de no ser señalados como herejes puesto que lo que escribimos tan sólo tiene la utilidad de limpiarnos catárquicamente y no de señalar culpables o delatores, o de enseñar al mundo nuestro modo de vida. No, desde luego, el arte no tiene como objetivo señalar problemas y perturbaciones mentales como único motivo para la creación y la recreación. Tú mismo puedes ser el ingrediente principal, o bien los condimentos. Luego, si al lector le parece bien, si le parece una catarsis igual de impoluta, lenta y salvaje como me lo pareció a mí (en medida de lo posible, claro, no todo el mundo siente y vive igual) será doblemente satisfactorio, porque siento que hay alguien más al otro lado .

Hay quién vive de una mentira, hay quién vive en ella hasta que se da de bruces con la realidad, y hay quién culpa a otros de sus expectativas frustradas porque no ha aprendido a protegerse lo suficiente, ni ha encontrado el equilibrio, ni sabe imponer el pensamiento sobre lo desaforadas que son sus emociones, que no siempre son positivas y fructíferas en el momento presente en que se sienten. Por mi parte, puedo decir que cuando me encuentro en un estado tan sumamente decrépito soy  una bomba de relojería, pero he aprendido, o presumo que he aprendido, a veces, y no siempre, a desactivarme cada tres segundos y a no cometer locuras que puedan dañar a los demás, intento defenderles de mí y de mis sentmientos.  No sé si lo que digo suena pedante o bien el lector empieza a verme como una clase de monja budista que ha alcanzado un estado de iluminación, porque espero que no sea así, aún no sé si lo hago bien. Quizá, la mejor manera de querer a los demás  es hacerles daño, para mí amar es dejar ir, dejar volar, ser consciente de lo que sientes y saber porqué lo sientes y por lo tanto, no culpar, no juzgar y sobretodo, sobretodo, entender e intentar comprender y no criticar cuando no eres capaz de hacerlo. Me lo supongo, y estoy repitiendo “supongo” muchas veces, porque también son muchas las veces en que cuando me siento atacada y etiqueto lo voluble y lo negativo de los sentimientos de los demás hacia mí ,decido volverme poco empática y protegerme a mí misma de ellos, que en su momento no supieron sino que hacerme sufrir y castigarme por algo que yo, desde mi punto de vista, no había hecho, o que había hecho con la mejor de mis intenciones, o que no podía hacer porque estaba fuera de mi alcance. Con el tiempo uno aprende a no buscar culpables, a indagar en el alma humana y a entender que nada de lo humano le es ajeno. No, no somos inmunes a cometer errores y a que los demás los detecten y no somos inmunes a que nos juzguen porque no nos entienden o bien precisamente porque nos entienden, nos juzgan, nos encasillan y nos sacan momentáneamente de sus vidas, porque les es imposible mantenernos en ellas y porque nuestros defectos son un perfecto reflejo de lo que nunca podrán aceptar de sí mismos.  

El tiempo habla y cura y el viento se lleva todo lo que pasa, uno se reestructura –con o sin ayuda- sigue caminando y utiliza sus herramientas para ir avanzando y mejorando. Almenos para mí ése es el deber de toda persona, no llegar a saberse o creerse perfecto, si no almenos, intentar llegar a un punto más alto, menos injusto. Por eso me alegro de seguir escribiendo, de encontrar una válvula de escape.

Sinceramente vuestra. Como siempre, adiós, perdón y gracias, de corazón, por todo lo bueno y lo malo. 


4 comentarios:

  1. Eso es lo que tienen los blogs, es una forma de expresar, vomitar ..... pero con arte, hace poco experimenté el escape en la poesía.

    ResponderEliminar
  2. per cert vull ser seguidor pero no trobo el botó XD

    ResponderEliminar
  3. Sin duda alguna, sigue escribiendo, por favor, es un placer leerte ;).

    Amb catarsi o sense, de veres que he gaudit llegint això ;), segueix així, a més crec que em serviràs per recuperar les energies per tornar a escriure també ;).

    ResponderEliminar
  4. Escribir!!! te queremos leer, ya me gustaria a mi poder tener tiempo para estas cosas ains, me consuelo pudiendo ojear el tuyo de vez en cuando.

    Muak!

    By: Adel6s

    ResponderEliminar